No me extrañan los niveles de productividad de la mayoría de las personas, en las oficinas modernas. Normalmente no tengo problema en cerrar mi mente y concentrarme en el trabajo, sea loft, oficina abierta, cerrada, mi casa o lo que sea.

Pero cuando tienes a una persona de recursos humanos haciendo entrevistas confidenciales y se oye, y al mismo tiempo alguien te marca para pedirte ayuda con un sistema porque no atendió a la capacitación que le dio tu auxiliar, y la auxiliar la tienes en una oficina diferente capacitando a alguien nuevo en la cadena de mando, solo te queda tratar de tener paciencia.

Es mas simple si tienes tu propia empresa y el cliente te paga por tu tiempo, de un auxiliar y por sus servidores.

Acabo de realizar el proceso diario nuevo, me quito una hora. Ahora mientras escribo estoy en un asunto absolutamente diferente esperando confirmación, mientras en los dos monitores hay unas siete pantallas abiertas. Esta es útil porque despeja mi mente.

Acabo de sacar mis audífonos de emergencia y conecto la música. Empieza justamente algo de batalla. Es tiempo de hacer que el código salga de la nada. Y mientra entiendo que el hecho que la primera canción que sonara no fuera de batalla, sino del tiempo de las pesas (Nos podemos escapar, Alix) me recuerda que llevo 30 años sin rendirme, poniendo atención a mi entorno aunque quieran hacerme perder el tiempo.