Pues son las 23:01.
Acabo de salir al baño. Estoy en mi recamara, frente a la computadora. El perro de mi hija es un perro tipo el de Daniel el Travieso. Pastor Inglés. Esta rasurado, se ve como un Labrador Dorado. Abro la puerta, y afuera de mi puerta estan galleta y el; en la otra recamara la Schnauzer y la cocker.
Soy de los que les hablan a los perros. A veces no. Salgo, acaricio al perro, a la chihuahua y se acercan los otros dos. Los acaricio sin hablar pero con gusto, entro al baño me lavo las manos y vengo aquí.
Hoy hace un año mi hija hizo una estupidez, sin detalles para dar aqui. Hoy, me contó como le va en el trabajo, sin pedirselo. Mucho mejor que el año pasado. Mañana tiene un examen extraordinario, ojala le vaya bien.
Y es aniversario del nacimiento de mi abuelo paterno, el profesor de filosofía Alfonso Orozco. No pude hablar mucho con el. Si me acuerdo de cosas a los seis a ocho años, que tenía yo cuando el murió. No era tan grande. … 66 a 69 años máximo.
Estoy aquí escribiendo. No tengo que decir mucho para filosofar. En el camino de mitra se filosofa como diría Nietzsche , «como filosofar a martillazos». Mis perros están ahí. no tengo que hablarles. Tengo cosas de que hablarles pero despertar a las personas dormidas aquí.
Centinela.
Es la vida que elegí vivir. En una media hora me duermo.