18 meses

El viernes estuve revisando un problema con mis respaldos automatizados, lo que me obligó a entrar en una de mis cuentas de correo menos conocidas. Allí encontré un recordatorio de una foto muy simple: un tapiz y un perro en él (mi cocker), con dos objetos: una Coca-Cola y un USB de 128 GB que ya pasó a mejor vida y esa foto que se tomó dos años antes de mi parte como recordatorio.

Ese hecho no es tan insignificante para mí. Resulta que incidentalmente indicó dos gestos de amabilidad que ya sucedieron y creo que posiblemente tenía que ver con los dos años de sueños de secuencia. En realidad, ese día de la foto fue un detonante para la elaboración de dos grupos que trabajamos bien en dos dependencias de estado. Aunque yo llevaba más de tres años allí en el proyecto, esto vino a corromperse unos seis meses después por alguien que de plano decidió no pagar.

Según me comentaron el viernes en otras áreas, todas las divisiones están enojadas por lo que pasó. Y eso que somos tres los más visibles, de veinticuatro. Pero decidieron pagar a doce parientes que no hacían nada y ganaban menos, y dejar que se cayera la operación. En lo personal, creo que los tres más críticos e importantes éramos el de fianzas, la dama Margarita y yo. Pero esa foto es un desencadenante y un recordatorio. De momento tengo varios pendientes con un cliente y, si puedo, escribo más después.

Considerando que eso fue el 24 de octubre en una limpieza memorable en la oficina, realmente fueron unos dieciocho meses de trabajo no estorbado, lo cual es un logro.