Voy en horas de trabajo camino a un funeral. Después de un intercambio padrísimo y varias fotos desde el piso de arriba el joven al que llamo Mateo dijo unas palabras. Habló de alguien que ya no iba a estar con nosotros.
Pregunté a mi jefa directa quien se iba y me dijo que ayer murió el hijo de una compañera del mismo piso e hicieron colecta. Nadie me avisó.
Yo no estaba. Se lo que es eso. Voy camino al lugar del funeral a dar apoyo moral y económico.
En el camino al metro, que es la manera más rápida de llegar, se oye al fondo una canción de rock. Y la niña que me desgraciooooooo.
Ese año y medio con mi hija en el hospital fue impresionante. Los ataques de la secta y las amenazas de mi trabajo de esa época por no dejarme sobornar eran mínimas en importancia. A la madre de mi hija le prohibieron entrar al hospital como quince días antes, por la actitud tóxica y prepotente.
Me sorprende que nadie me avisara.
Un año después de romper la relación con mi prometida , unos seis años antes de la muerte de mi hija, se mataron en un accidente horrible cinco o seis personas de su familia diez minutos después de dejarla en el trabajo.
Yo no estaba ya allí y la ex prometida no me quiso decir dónde iban a hacer la velación y no me aceptó ayuda económica, pero si me contestó el teléfono.