Casi mediodía de lunes.
Es una semana brutal. Veo un problema de tiempos y otro de memoria; ambos son de selección natural.
En las oficinas de sucursal de un cliente me confirman del cambio de oficinas que yo ya sabía de tiempo atrás. Escribo, en la LG 1100 que ya va por su tercer disco duro. Lleva conmigo desde Navidad del 2008, cuando me la regalé a mí mismo, con otra laptop.
Estoy a la espera de varias cosas. Una de ellas es que llegue el mero mero administrativo de esta sucursal para que me ayude a hacer una llamada por celular. No tengo idea de la clave de marcado del conmutador y por lo general no me gusta hacer por skype llamadas personales.
Estoy a la espera también que el día de mañana me avise ese cliente que onda con su mudanza.
Es el final de un ciclo, para ellos.
Sé que esas oficinas llevan mas de los tres años que llevan mis empresas dándoles servicios de desarrollo de software y detección de fraudes. Justo acabo de hablar con una persona de la secretaría de la función publica que habló para dar las gracias por unos reportes que le llegan automáticamente por ser cliente de mi cliente.
Esta sucursal lleva mucha rotación de puestos y personas. Es posible que haga de este lugar mi centro de operaciones una vez terminada su mudanza central.
Este fin de semana debo ver que los servidores locales queden bien. La próxima semana, fin de semana de tres días.
Ayer conseguí por segunda vez un logro de perseverancia. Arqueología pura, aunque enfocada a algo más práctico. Siempre he pensado que los museos son una especie de monumento a cosas muertas, pero aprender algo sin explicar, o reconstruir lo muerto, no tiene caso. Durante muchos años viajando con mi padre por México y otros países, entendí que lo que hay vivo en muchos museos, es el amor y lo que tiene códigos de corrección (que por ejemplo tiene la monalisa de da vinci pero no la mona lisa de Botero) , y en realidad, revisar durante años lo que sucedía en los cuadros de David (francés) y exposiciones sobre Rubens, etc., era válido pero eso es un museo.
Un museo es para el arte, para entender que quedó. Pero en cuanto a la historia, siempre me ha interesado lo que puede comprobarse. Lo que me di cuenta desde hace años es que las ciencias sociales no deberían de ser ciencias. La mayoría no son reproducibles; no son experimentales, y sus hipótesis de trabajo pueden ser válidas. Pero las hipótesis que no son prácticas, representan un lastre en el conocimiento, y que no sirve para necesidades inmediatas, y es poco probable que sean más importantes que las leyes de las ciencias naturales.
Entiendo por lo mismo los movimientos de los filósofos Naturalistas ( Pitágoras , etc ) y su importancia relación con los naturalistas renacentistas como Da Vinci y en escritores como Darwin.
De momento debo dejar de escribir, estoy viendo varios problemas de amnesia y de selección natural, a propósito de Darwin. A ver si escribo de eso mañana.