Es la una de la mañana, nos desvelamos hoy mi esposa y yo, es 12 de junio 2020 y me recuerda algo que escribí hace muchos años y que estaba guardado en notas propias, en otro sitio web con contraseña- Podría decir que es un sueño que tuve, pero era algo mas.

Asi que, pongo el texto, as is, como es, como lo escribi el 7 de mayo 2013.


La pinche Plaga

Cinco Metros.

Los expertos tenían sus teorías, por lo menos antes de morir.

Ahora nadie sabe la fecha exacta en que empezó la plaga, Solo sabemos que a finales del 2020, los cadáveres humanos se encontraban en casi todas las calles del mundo civilizado. Siempre en pares. Nunca se encontraron cadáveres solitarios muertos por la peste. Solitarios muertos de hambre, de frío o de de dolor, pero no de peste.

Algunos creen que La tercera versión de la gripe aviar causó la epidemia. Otros que fue el destino. Solo sabemos que estamos invadidos por colonias de hongos, y el mejor biólogo que tuvimos, afirmaba que las posibilidades de morir eran 98% antes del cambio de genoma. La pinche plaga mató a políticos, mujeres embarazadas, sacerdotes y niños por igual.

Y sigue matando.

Solo sabemos que hay unos siete genotipos de hongos, dependientes de los enlaces del carbono. Somos el campo de batalla de colonias de hongos.

Otros creen que en el agua embotellada se originó lo que nos está matando. Sabemos que nuestros pulmones están invadidos por un tipo de hongos, y que somos alérgicos a otras personas. Pero no sabemos a quienes.

Si te encuentras a un extraño en la calle, y te acercas a menos de la zona segura de 5 metros, tienes un 98% de oportunidad de morir ahogado… los hongos se expanden y no puedes respirar, y te preocupas de ello mientras ves morir a la otra persona y ella te ve morir a tí. Asi ha sido los ultimos tres años.

Ahora vivo como casi todos. Solo. Caminando por calles desiertas y respetando el toque de queda que establecieron los voluntarios cuando quemaron los cadáveres de la primera oleada.

Los hongos siguen en los cadáveres.

Y así es en todo el mundo. Algunas vez el DF tuvo diez millones de habitantes, algunos decían que hasta veinte. Pero ahora, somos unos cuantos miles.

Ya no trabajamos ni pagamos impuestos. Tampoco tenemos sexo.

– Entonces porqué hablas conmigo?

Porque saliste de ninguna parte en una moto y no me pude ir corriendo. Porque llevo meses sin hablar con otro humano.

– Y porque estamos vivos ?

Porque hay inmunes naturales. Y hay genotipos que no chocan. Puede ser que tu seas inmune o yo sea inmune. O puede ser que la próxima vez que hablemos con alguien nos toque morir.

– Podría ser peor.

Así es, Tu y yo somos jóvenes y mas o menos sanos. Como somos de diferente sexo podriamos tener hijos, pero no me interesa. Nunca estaré tan solo como para jugar a la lotería.

– No me interesas tampoco, pendejo.

¿ No entiendes verdad ? La cosa es así. Una mujer embarazada puede morir cuando nace su hijo. O puede verlo morir mientras los hongos crecen en su boca. Y si el bebé sobrevive, el genoma del niño puede matar al padre, o el padre al niño. A menos que seas inmune.

No te me acerques muchacha. Si nos acercamos a otra persona, nuestros hongos cambian, y aunque en este momento somos inofensivos, la próxima vez podemos morir si nos acercamos a menos de cinco metros.

– Vamos a buscar un lugar seguro y algo de comer.

No estamos en una película de Mad Max. No hay lugar seguro. Comida sobra. Consigue un palo grande, y ve golpeando el metal de los anaqueles cuando vayas a un super. De hambre no nos vamos a morir. Conoces la ciudad de México ?

– Mas o menos.

Si quieres salir de la ciudad, toma el periférico por el lado del toreo. Hay un super pasando Legaria. Donde veas los camiones volteados hay mucha comida. Las sopas pueden comerse.

– La mujer de mezclilla nos está viendo.

¿Y que esperabas? Tiene envidia del contacto humano.

– Entonces que.

que de que ? Tu te vas y tratas de vivir normalmente. Hay comida, agua y luz eléctrica. La ciudad es tuya.

– ¿y para que traes la sidra ?

¿Sidra? es gasolina.!!!

-¿tienes un coche?

No. Soy voluntario y entro a edificios rompo las puertas y busco cadáveres para quemarlos. Hago algo útil.

– ¿Como te llamas?

¿ Alfonso, y tu ?

– Aydee.

Que te vaya bien Aydee, y conserva los cinco metros. No cargo pistola pero otros sí.