Nuevamente me toca ser espectador de un acto de autodestrucción que parece haber empezado en algo muy simple.

En otro terreno mañana tengo una cita con quien fue durante meses mi segudno cliente mas importante, quieren un nuevo proyecto, lo que es bueno cuando consideras que en la mañana decidimos mi esposa , mi socio y yo crear la empresa nueva.

El acto de autodestrucción es ajeno a mi circulo inmediato y no afecta mi paz ni mi tranquilidad de vida.

Hoy guardé por otras razones el xbox One, luego tengo que reconectarlo. He estado tan atareado con los cambios de las gasolineras que no he usado ni uno ni otro, y por lo visto lo que le interesa a mi hija es un juego de Flash en la computadora. Mi esposa y yo lo tenemos a nuestro alcance, pero de entrada esta semana hay mucho que hacer.

En situaciones como estas me acuerdo de Walden de Thoreau y su importancia.

Hoy me enteré que Alejandra de Ventas, de mi cliente principal, y el gerente de recursos humanos de ese mismo cliente presentaron su renuncia. El problema es de sentido común. Ayer tuve una junta con un contralor que regresó después de unos meses.

Vienen tiempos interesantes.

Son las 18:50 y estoy sentado frente a mis dos monitores de 25 pulgadas. A partir de mañana voy a dedicar mas tiempo al método antiguo de resolución de problemas, debido a que es mas efectivo que lo computarizado. Es probable que cancele el segundo internet de la casa, no por cuestiones de dinero sino que la recepción de este lado de ese internet es mala.

Duró mas o menos dos años. Sigo teniendo contratado Netflix, Claro Video, Amazon Prime, y la suscripción Gold de Xbox que usa mi hija a veces. No veo problema en seguir con eso.

Hoy en la mañana estaba pensando en consejos o mecanismos de control para bajar el riesgo de autodestrucción de lo que vi ayer. Y a eso de las dos de la tarde, me vengo enterando de un nivel de estupidez de no creerse.

Espectador.