Cuando era joven leí varios cientos de libros. Algunos de ellos eran demasiado obvios y otros demasiado telenoveleros. Por ejemplo, leer Taras Bulba siempre me pareció importante pero no especialmente triste. Algunos fragmentos de los Hermanos Karamazov se hacen eternos, y Ernani o el hombre que rie, de Victor Hugo, son demasiado telenoveleros, y no se diga de la Fuerza del destino de Rivas.
Pero siempre me pareció estúpido el declive de Victor Hugo. Leer el jorobado de nuestra señora es una cosa, pero el libreto de «La Esmeralda» es otra cosa que difícilmente pueden considerarse como del mismo autor. Leer a Feval o a Feval Hijo era algo similar; leer lo estructurado de la batalla del puente, en la Venganza de Lagardere, contra la resolución de la amada de Passepoil en el mismo libro, y no se diga del engendro del Hijo de Lagardere, de Feval hijo.
Cuando leí el Ernani, unos dias antes había ido a ver el Doctor Zhivago. Otra película idiota. Entiendo en cierto sentido a la Aida de Verdi o los jóvenes de La Bohemia ( menos a musetta ) pero, es un tiempo de muerte honorable, igual que la de Ernani, en cierto modo.
Sin embargo, la película de Zhivago ilustra bien aquello de que ciertos libros clásicos se tardan quince hojas para echarse un pedo.
Estoy como parte de una de mis empresas a la espera de noticias de dos clientes, y dejan que los días, meses y años se deshojen.
Quince días desde el reporte de su problema, del que me pagan por hacerlo. A mi no me afecta, a ellos sí. Llevan dos años con rodeos y ciertos problemas. Evidencias de un problema a punto de estallarles Y no hacen nada !