Recibi hace un rato un correo de alguien que por sus errores terminó con una serie de lesiones del sistema nervioso.

Y me acordé del nieto del señor de la peluquería que arregla mi barba desde hace mas de diez años. Un joven prometedor que quedó casi paralítico en un accidente de coche yendo como pasajero.

Entiendo la «mala suerte» y el problema del que me comentaba hace años el peluquero al hablar de su nieto. No es mi batalla.

En el tiempo que llevo de vida me ha tocado ver o enterarme de una serie de catástrofes ( y vivir algunas, también ), pero en casos como este solo pienso, y ?

Lamentarse no sirve de nada a nadie.