Son casi las 10 de la mañana y espero que sea una junta. Espero respuesta de dos cotizaciones adicionales, y pienso en el software que debo entregar el martes.
He estado pensando mucho en las implicaciones a futuro del hombre. No son buenas como tal. No porque se aleje de los espíritus (pensamiento neanderthal-cromagnon) sino por la desidia que veo en varios lugares. Más bien parece que ciertos seres no tienen alma, o ya murieron y están en tiempo prestado.
Hace unos momentos me enteré de noticias de la familia Orozco. Me vienen a la mente tiempos pasados. Recuerdo de repente las tardes en la casa de Pedro Loza, en Guadalajara, a mediados de los 80s. Lo que vi entonces sigue siendo válido.
¿Pero porque solo dos de mis primas tienen el mismo brillo en la mirada que vi entonces en sus ojos? Los ojos de mis primos hombres tienen poco brillo. Solo el que nació en estados unidos a fines de los 60s tienen parte de ese brillo. No tiene que ver con características diferentes genéticas, aunque es lo primero que se piensa porque los tres son blancos y relativamente rubios.
Pienso en otros de la familia. ¿Cuantos estarán vivos en diez años? De los jóvenes es difícil saber si es alegría de vivir la juventud. Del lado de mi madre soy el más pequeño de los nietos de la primera generación, o el primero de la segunda, según como lo vean.
¿Qué les pasó a todos?
A final de cuentas, de 80 primos entre ambos lados solo somos cuatro con brillo en los ojos. Otros muertos, triunfadores y con la carga de haber perdido el brillo. La mirada de la prima que se crio con mi abuela Luisa, es brutalmente diferente a las de las dos hermanas que vinieron al DF en 1980 y que tienen, más de 30 años después el mismo brillo.
Lo peor del caso, es que la pérdida del brillo en los ojos implica muchas veces la pérdida de la capacidad de controlar la furia. Varios han perdido el combustible, otros están ahítos, y llenos de ello.
Pero la mezcla de la alegría de vivir, y de las responsabilidades, solo en 4.